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domingo, 29 de mayo de 2011

UN VIAJE A LA SELVA

UN VIAJE A LA SELVA

En uno de mis viajes a la selva, a mucha distancia de la población más cercana que tenia luz eléctrica, continúe mi travesía en busca de la sabiduría Yaro, que como saben es una mítica leyenda, pero la que decidí emprender.
Luego de tomar la carretera principal llegamos a un lugar donde la carretera desaparecía y solo habían rastros de lo que podría llamarse camino, que desde mi punto de vista era más bien un rastro de ratones; que nos conducía hacia un rio, que lejanos e intrincado, llegaba una pequeña balsa, que a modo de buen yate estaba equipado con las comodidades jamás imaginadas, pues llevaba una hamaca convertible, pues en las noches era hamaca y de día se convertía en vela; flotadores de seguridad, con formas exclusivas Formula 1, además su gran semejanza con una llanta vieja. Exquisitos ahuyentadores de insectos, aunque claro ese humo de bicharra vieja no era muy eficiente con los insectos, pero si lo era para las personas que allí viajábamos.
Nos embarcamos durante 2 días y 1 noche, navegando adentrándonos a la selva más profunda, y conmigo 11 personas más que deseosos de conocer la selva virgen viajaban entusiasmados cual adolecentes a una cita a ciegas.
Luego de ver solo agua, arboles y más agua, luego de pasar mucho tiempo en aquella barcaza informal para comodidad de 6 personas y fácilmente hicieron que estuviésemos 11, y sin quejas ni lamentos, ya que no solo había comodidad, también estábamos amenazados que quien se quejaba o diera parte a las autoridades se le empujaría al rio. Llegamos a una zona llamada la piedra, donde seguramente estaba un gran símbolo de las culturas ancestrales y milenarias, y nos dimos cuenta que llegamos allí por el gran temor y las expresiones de miedo que tenían el capitán y sus 2 ayudantes, que más que palabras de bienvenida daban insultos a no sé quien ni a la madre de ese que no se de quien se referían.
Saque mi cámara fotográfica pues quería retratar la piedra, pues nadie iba a creerme tan fascinante aventura sin una fotografía de la piedra. Pero algo andaba mal, pues en todo el horizonte no se veía ninguna piedrita, mucho menos una piedra o roca majestuosa, y era ya casi el atardecer y solo quedaba esperar ver donde se hallaba la piedra, y de pronto… un choque impresionante, que remeció e hizo gritar como niña a los mas machos de la balsa y hacer que las mujeres más refinadas se sobrecojan y les saliera un gallo. De pronto, comenzamos a hundirnos, y todo se llenaba de agua, en pocos minutos ya no había superficie que se mantuviera sin agua, y los gritos cada vez eran más despavoridos. Entonces pude ver que una hermosa joven yacía en peligro, así que me apresure a ponerla en buen recaudo, cuando la cogí de la mano y tire y tire y ella solo gritaba y gritaba; la sujete fuerte y le dije que no me iría sin salvarla, y teniéndola ya la abrace, y comencé a correr para salvarla y de nuevamente, una enorme roca aparecía surgiendo desde el fondo del rio, impidiendo el paso y destrozándolo todo. El miedo era inminente, y solo allí surge una pregunta ¿y ahora, quien podrá salvarnos?
Cuando de repente, un par de personas ingresaron por un lado de la casi destruida barca, sujetándonos de los brazos, y con mucha fuerza nos jalaron hasta la orilla, donde cuenta que habían alrededor de 40 a 50 personas que se sujetaban entre sí, con palos y sogas ayudaban a los visitantes, y que finalmente rescataron a todos.
Un acto más que valeroso y heroico, fue un acto colosal, pues en la ciudad jamás hubiera sido testigo de la colaboración y el buen ánimo de la geste que estando lejos de toda modernidad, hacían algo que era indescriptible, pues entre ellos salían de sus propios problemas y mas aun nos salvaban a algunos de los problemas nuestros.
Seguramente había más comunicación y no tenían celulares, seguramente se enteraban mas rápido de las emergencias y no tenían internet, de seguro que podían servirnos sin una pisca de buen dialecto. Desde aquel entonces me pregunto, si es necesario mas medios de comunicación para integrarnos, o es que hay exceso de ellos que no nos permiten una comunicación eficiente?
La joven que salve me dio un último recado antes de partir, me dijo, no finjas ser un salvador si lo que necesitas es que te salven.

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